Un sinfín de errores políticos dejan en alerta al PRO (María Herminia Grande p/Infoabe)

Hoy el principal riesgo político que corre el Presidente es engordar en votos un proyecto, el de Cristina de Kirchner, que se hubiese diluido de la mano de la Justicia y de los aciertos de su Gobierno

Ayer se cumplieron 15 años desde los trágicos episodios sociales de aquel 2001. El nuevo siglo comenzaba de la mano de la inestabilidad política. Fue una guerra exprés que, como siempre, dejó un saldo social letal: muertos, heridos, enfermedades severas, desempleo, desencanto. Se sacudieron los cimientos mismos de las instituciones democráticas. Paradójicamente, el enardecimiento de la gente con aquel «Que se vayan todos» no logró, como tantas otras veces, que sectores inescrupulosos hirieran de muerte a la recuperada democracia.

Emergente de aquel hecho histórico aparece el actual presidente Mauricio Macri. Era voluntarismo puro con la obsesión de conquistar a una enorme porción de ciudadanos que rechazaba a sus representantes políticos. El PRO demoró mucho en reconocerse como una fuerza política. Recuerdo cómo aludían a sus pares de otros partidos diciéndoles: «Ustedes, los políticos». Hoy, con la estructura alquilada al radicalismo, gobiernan Argentina. Increíblemente les ha tocado dirimir una alternancia electoral ante un opositor que proponía continuidad con un modelo cuyo último registro sólo reflejaba autoritarismo, corrupción, pobreza y clientelismo. Es justo reconocer que el primer Gobierno de Néstor Kirchner, nacido de la debilidad de aquel 22% de votos, fue construyendo gobernabilidad, desandando el desempleo con creación de trabajo y domando la inflación y el gasto público. Después de lograr cierta estabilidad, Roberto Lavagna fue denunciando corrupción. Al tiempo, Alberto Fernández, socio fundador, renunció diciendo: «Se está dilapidando un gobierno con la confrontación permanente y con impresentables como [Guillermo] Moreno».

Lo cierto es que los votos que convirtieron en presidente a Macri en un parejo ballotage de alguna manera pretendían que blandiera el estandarte del regreso al diálogo, a la concertación, a la generación de empleo, a la decencia. Fue un electorado que clamaba por un especial «Que se vayan todos»; en esta oportunidad, en referencia a corruptos, mafiosos, traficantes, narcotraficantes.

Hoy el principal riesgo político que corre el Presidente es engordar en votos un proyecto, el de Cristina de Kirchner, que se hubiese diluido de la mano de la Justicia y de los aciertos de su Gobierno. Este fin de semana, su socia Lilita Carrió le aconsejó no cometer más errores. Indudablemente que la ex Presidente tenga en la provincia de Buenos Aires un caudal de votos del 30% sobreviviendo a los bolsos del convento debe interpretarse como un llamado de atención. En especial en la provincia donde María Eugenia Vidal es asistida como nadie en lo económico y en gendarmes. Además, es justo reconocer que ella entendió rápido la necesidad de los consensos políticos y lo aplicó. El Presidente que sólo ganó por un esmirriado 2% debiese estar preocupado por este alerta amarillo.

Macri, como ya hemos dicho en otros análisis, manejó inicialmente bien temas complejos. Rosenda Fraga me recordaba que con sólo un quinto del Senado y un tercio en Diputados, logró la aprobación de 72 leyes importantes. Pero en los últimos tiempos cometió un sinfín de errores políticos: fracasó en el intento de imponer una reforma política. Pasó del rechazo a la ley de emergencia social a aprobarla por unanimidad. Mandó en período extraordinario del Congreso un proyecto de ley sobre ganancias sin red, en respuesta a la madrugada política que protagonizó el Frente Renovador presentando un proyecto al respecto. Se atalayó en la postura de no negociación. Agredió y desacreditó a Sergio Massa para luego enviar a sus ministros a la casa del tigrense para negociar. Uno de ellos me confesó: «El Presidente entendió que saldría más caro el collar que el perro».

Ahora bien, por qué el Presidente permite y acepta ácidas críticas de la doctora Carrió cuando esta legisladora no está dispuesta a tolerar ciertas cosas; y se enoja y denosta a Massa que desde su lugar de tercero aconsejó votar a Macri?