Jorge Riestra – Escritor (Convenio Cultura-Domingo 4 de enero a las 18:30 hrs/Repetición Martes 6 de enero a las 11:30 hrs)

Jorge Riestra
Nació en Rosario, provincia de Santa Fe, en 1926. Entre su fructífera obra se destacan: El espantapájaros, relato (1950); Salón de billares, novela (1960); El taco de ébano, relatos (1962); La ciudad de la torre Eiffel, nouvelle (1963); Principio y fin, cuentos (1966); A vuelo de pájaro, cuentos (1972), El opus, novela (1986); Historia del caballo de oro, novela (1992); La novela en Estados Unidos, ensayo.
Jorge Riestra estudio abogacía pero nunca ejerció la profesión, reparte sus días entre la docencia y su activo quehacer literario.
En 1963 fue distinguido con el premio trienial de la SADE y recibió el Premio Nacional de Literatura 1983/86 otorgado por la secretaría de Cultura de la Nación. Los cuentos y novelas de Jorge Riestra redescubren aspectos de una vida ciudadana cuya fisonomía va desapareciendo rápidamente en el Rosario de hoy. Sus personajes e historias mas felizmente logradas tienen su centro en el café, “rumoroso mundillo de jubilados, viajantes de comercio, desocupados, empleados municipales y estudiantes sin rumbo”. En el transcurre una buena parte de la acción de sus obras, en el marco de una rutina morosa en la que “el mundo de afuera” encuentra una valla insoslayable. Los movimientos y palabras son aquí naturalmente pausados, y ese ritmo solo puede ser interrumpido por el cumplimiento de algún acto de justicia o por la irrupción insólita de la violencia que, de todas maneras, pasa.
Los personajes suelen ser como islas que se reconocen con el código implícito de la relación de café: hay entre ellos una extraña intimidad que excluye lo personal. Al mismo tiempo, las relaciones humanas son intensas, tanto en el plano de la amistad como en la del parentesco. Vive en estas historias una permanente nostalgia de una vinculación mas profunda del hombre con el medio ciudadano, por eso, una vida puede de pronto reconstruirse aferrada a un recuerdo de la infancia o la adolescencia, cuando era un placer recorrer las viejas calles, conversar largamente sentados en un umbral, o preparar entre todos las múltiples fogatas de San Juan.

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